Cuando el dueño del despacho encuentra que las cotizaciones no están bien hechas, se hace evidente que alguien va a perder el trabajo.
Desgraciadamente, parece ser que la que va a ser despedida soy yo.
Pero yo no cometí ningún error. Mi jefa Berta fue la que se equivocó en todos estos números.
Y ahora yo tengo que convencer a este hombre guapísimo, de que yo no me equivoqué en los números, mientras trato de no mostrarme muy evidente al mirarle esos ojos negros o esa sonrisa de campeonato.
¿Lograré quedarme en mi trabajo? y... pensándolo mejor... ¿lograré seducir a esta belleza de hombre?
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